El martes 5 de noviembre podría marcar un punto de inflexión crítico en el sexenio de Claudia Sheinbaum. Aunque a simple vista los eventos que se han desarrollado recientemente en México y Estados Unidos parecen no tener relación directa, ambos tendrán repercusiones profundas en el rumbo económico y político de México, especialmente en los próximos dos años.
La reforma judicial: el caos administrativo y judicial
Uno de los eventos más significativos fue la reciente decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de confirmar la reforma judicial impulsada por el gobierno federal. A pesar de los intentos de detener esta modificación, que muchos califican de «aberrante», la Corte no declaró su inconstitucionalidad. Para muchos, esto significa que México se enfrenta a un futuro cercano lleno de incertidumbre legal.
La reforma judicial, que implica cambios drásticos en la selección de jueces, promete crear un entorno de caos administrativo y judicial, con posibles implicaciones graves para el sistema de justicia del país. La elección de jueces bajo este nuevo marco legal se vislumbra como un proceso conflictivo y opaco, lo que coloca a México en un limbo legal donde la certeza jurídica podría desaparecer. Esto, sin duda, afecta el ambiente de inversión, ya de por sí frágil, y daña la confianza de los actores económicos que esperaban una salida negociada.
Con la confirmación de esta reforma, se desvaneció el optimismo que se había generado en los meses previos, y el panorama para el sector empresarial se torna aún más incierto. Los actores económicos internacionales ya no ven a México como un destino seguro para las inversiones, y el país deberá hacer frente a los efectos de una justicia en desorden y a la falta de un marco legal predecible.
El regreso de Trump y las amenazas económicas
El otro factor que podría marcar el rumbo económico de México en los próximos años es el regreso de Donald Trump al poder en Estados Unidos. La abrumadora victoria de Trump en las recientes elecciones, junto con su control aparente del Senado y la Cámara de Representantes, plantea un desafío serio para el gobierno de Claudia Sheinbaum.
Uno de los temas más delicados será la relación bilateral en materia económica y comercial, especialmente en lo relacionado con el flujo migratorio y el tráfico de drogas. Trump ya ha advertido que, si México no frena estos flujos, impondrá aranceles a todas las exportaciones mexicanas. Aunque esta amenaza podría ser vista como un juego político más que como una acción concreta, su impacto en la economía mexicana sería devastador.
Además, la administración Trump ya mostró su rechazo a la creciente presencia de inversión china en México, un tema que podría agudizarse en los próximos meses. Las inversiones chinas en territorio mexicano han sido motivo de preocupación, tanto por la posibilidad de que México sirva como trampolín para productos chinos hacia Estados Unidos, como por las políticas más estrictas que la administración Biden había comenzado a implementar.
La posibilidad de que Trump imponga aranceles del 500% a autos chinos hechos en México, o de que se castigue el transbordo de productos chinos, es una amenaza real para las industrias mexicanas, especialmente aquellas vinculadas con el sector automotriz y de manufacturas. La estrategia que México adopte para lidiar con estas presiones será crucial, pero se antoja complicada, sobre todo si se considera la falta de capacidad de la administración mexicana para implementar controles efectivos sobre las inversiones extranjeras.
El nuevo contexto económico: una realidad compleja
La narrativa de que México era la «última coca en el desierto» en términos de su atractivo para la inversión ha comenzado a desmoronarse. Los factores internos, como la inestabilidad judicial, y los externos, como el regreso de Trump y las crecientes tensiones con China, han colocado al país en una posición mucho más vulnerable de lo que muchos esperaban.
El nearshoring —la reubicación de cadenas de suministro a países cercanos a Estados Unidos— fue visto por algunos como una oportunidad para México. Sin embargo, bajo la perspectiva de Trump, el nearshoring es para Estados Unidos, no para México. Su anterior administración ya mostró cómo el país no dudaría en frenar proyectos, como lo hizo con la planta de Ford en San Luis Potosí, para garantizar que las inversiones no fueran desviadas hacia México en detrimento de los intereses estadounidenses. Con Tesla y otras compañías automotrices en juego, la incertidumbre se multiplica.
La urgencia de una respuesta
La situación económica de México se ha vuelto más que compleja. No solo por los propios errores y desaciertos del gobierno mexicano, sino también por la realidad impuesta desde fuera. El desafío para Sheinbaum y su equipo será entender rápidamente esta nueva realidad y actuar con prontitud para evitar un deterioro aún mayor.
En lugar de envolverse en banderas patrióticas, retrasar respuestas o esconder la cabeza, el gobierno mexicano tendrá que tomar decisiones difíciles y pragmáticas. La confrontación con los intereses de Estados Unidos y el cambio en el entorno económico global no puede ser ignorada. El manejo de la reforma judicial y las relaciones bilaterales serán cruciales para el futuro de México, y cualquier desatino o falta de acción tendrá consecuencias de largo alcance.
Es un momento crítico para el país, y el tiempo para reaccionar se está agotando. Si el gobierno de Sheinbaum no aborda estos problemas de manera eficaz y con una visión clara, la situación podría empeorar, y México se enfrentará a un panorama aún más sombrío en los próximos años.